Rúbrica
Traidores a la Patria
Por Aurelio Contreras Moreno
Lo que vimos en las últimas horas en el país ya raya en lo demencial.
Si un legado están construyendo el presidente Andrés Manuel López Obrador y su
movimiento es el de la destrucción de las instituciones democráticas que se
crearon en las últimas tres décadas gracias al impulso y exigencia de la sociedad,
pero en cuya edificación participó activamente la izquierda partidista, buena parte
de la cual emigró a Morena y en donde de repente se le olvidó la vocación
democrática que alguna vez ostentó, dejado salir en cambio su vena más
autoritaria. Más cercana a Stalin que a Olof Palme.
Al presidente literalmente le importa un carajo violar la ley para dar rienda suelta a
sus odios y resentimientos –y de paso distraer la atención sobre las corruptelas de
su entorno cercano-, y confunde la gimnasia con la magnesia… o por lo menos
eso aparenta al pedirle al Instituto Nacional de Acceso a la Información y
Protección de Datos Personales (Inai) que le entregue información personal sobre
los bienes e ingresos de un periodista que no trabaja para ninguna dependencia
de gobierno. Un perverso “plan con maña”.
La previsible respuesta que le dará el Inai es que no puede entregarle información
que por principio de cuentas no obra en su poder y que además está fuera de su
ámbito de competencia, por tratarse de datos personales privados. Y la aún más
previsible reacción del presidente será lanzar a sus hordas –en redes y en medios-
a atacar al órgano garante del acceso a la información en el país, con la clara
intención de hacerle lo mismo que busca hacer con el Instituto Nacional Electoral:
someterlo o desaparecerlo.
Y entre lo que intentan demoler aceleradamente, junto con la libertad de expresión
y de prensa y el derecho a la privacidad, se encuentra también la libertad de
disentir, de pensar distinto de manera abierta y sin temor a sufrir represalias. Tal
como sucede en las peores dictaduras.
Nuevamente, no es exageración. El dogmatismo fanático que caracteriza al
Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) alcanzó un altísimo cenit con la
misiva que el grupo parlamentario de ese partido en el Senado de la República
publicó en apoyo “incondicional” –hasta si violenta la Constitución, como es más
que evidente- al presidente López Obrador, y en la que plantea un camino que
podría llevar a México a una condición de país bananero.
“Los que se oponen al presidente de México no son más que un puñado de
mercenarios que al ver sus privilegios mancillados luchan con todo su poder
económico para que prevalezca el viejo régimen, en el que podrían hacer sus
negocios sucios en la oscuridad. Son unos traidores a la nación, a la Patria y al
pueblo”, afirmaron los senadores morenistas, en un peligroso e irresponsable
llamado al linchamiento de quien piense diferente o ejerza su derecho a no estar
de acuerdo con el actual gobierno.
Acusar a alguien de “traidor a la Patria” mientras se ensalza al gobernante como
quien “simboliza los ideales de la nación, el pueblo, la independencia y la
soberanía”, como hicieron los abyectos senadores –incluidos un doblegado
Ricardo Monreal y una indigna ex ministra Olga Sánchez Cordero-, va de la mano
con la constante y sistemática estigmatización de los periodistas críticos, con un
propósito definido: derruir por completo cualquier posibilidad de disenso y
pluralidad para imponer una voz única, la del líder mesiánico incuestionable.
Y lo que sigue después de eso es la persecución y la represión. Ya sea revelando
información privada de particulares; ya sea persiguiendo a quien no se someta a
los designios del “líder” con las armas fiscales –para lo cual Morena le acaba de
otorgar a la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda la facultad de congelar
cuentas bancarias a su entera discreción-; o de plano por la vía penal, inventando
delitos -al estilo Cuitláhuac García con ultrajes a la autoridad- o bien retorciendo la
justicia para aplicar revanchas políticas.
El régimen de la dizque “cuarta transformación” es una sucia reedición del priismo
más rancio, podrido y autoritario, que sin escrúpulos aplica el terrorismo de Estado
contra quien se le opone o critica. Pero que cuando fracasa, lloriquea. No por
arrepentimiento por el daño causado. Sino por pura y mezquina soberbia.
Son ellos los que en realidad traicionaron a México.
Retirar el micrófono
Las protestas de los reporteros de la fuente legislativa en el Congreso de la Unión
fueron una muestra del camino que hay que seguir ante los insultos y ataques del
régimen a la labor periodística: silenciarlo.
Nada les duele más que eso.
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